Escolarizar a un niñ@ con NNEE (necesidades educativas especiales) es, en toda regla, un desafío, y si a eso le sumas que ninguno de los padres es oriundo del lugar de escolarización, como es nuestro caso, ya ¡lo flipas! No solo, no conoces los colegios ordinarios, o los conocidos, o los “buenos”, si no, que no sabes cuáles son las tan “especiales” necesidades de tu hij@…

Paz, tutora de Sara

Siempre he dicho que hemos tenido suerte, con los médicos, los terapeutas, y por supuesto con las profesoras que Sara ha tenido. Sara no entró en la escuela infantil hasta los dos años porque así lo decidimos, yo estaba en paro entonces, y sigo,  y podía centrarme en sus terapias, que por aquella época nos tomaban el día entero. Evaluación de discapacidad en el Centro base, valoración de dependencia y muchos papeles después Sara empezaba su educación en la E.I Osa Menor, allí la niña fue una más bajo los cuidados de un equipo amoroso y atento, pero sobre todo coordinado con la PT y nosotros, para que Sara estuviera integrada e incluida en su grupo. Lola y Cristina, sus profes, escucharon todas nuestras dudas y preocupaciones y las hicieron suyas. Estaban dispuestas a hacer todo lo que hiciera falta para que ese año de Sara en la escuela fuera lo más productivo y enriquecedor. ¡Y lo fue! Sara iba feliz a su cole de peques y cuando terminó tenía muchísimas ganas de ir a un ¡cole de mayores!

Ahora venía encontrar un colegio de primaria:

  • pequeño, a ser preferible Línea 1
  • con apoyos
  • con Técnico Especialista III

Esas fueron las recomendaciones de las profesoras de Sara, la PT de la escuela infantil, los fisios de Sara, la Terapeuta ocupacional y los médicos, a quienes consultamos tamaña a decisión. Porque en opinión de todos no era necesario que Sara acudiera a un colegio preferente de alumnos con necesidades motóricas…. Todo lo anterior era para nosotros como si nos hablaran en alguna lengua muerta: ¡Incomprensible!Ni siquiera sabíamos qué eran los colegios motóricos… luego supimos que tenían fisioterapeutas como apoyo extra, pero Sara ya recibía sesiones de fisio y terapia ocupacional en el Hospital Niño Jésus, así que decidimos seguir las recomendaciones del equipo y buscar un cole regular.

Carmen, profesora de apoyo

OCHO jornadas de puertas abiertas en tantos colegios, en las que anoté en un cuaderno cuáles tenían: PT, AL, TE III, TIS, orientador/a… Sin saber lo que eran, y tras una larga conversación con la PT de la escuela infantil analizando los pros y los contras de todos los colegios, la decisión estaba tomada: Sara iría, si nos daban la plaza, al CEIP Nuestra Señora de la Paloma, un colegio público, laico, bilingüe, cosas ESENCIALES para nosotros, y con PT, AL, orientadora y TE III. Quedaba la tensión de la adjudicación de la plaza… y de pronto… ¡Gran chasco! Sara se quedó fuera… Nadie lo entendía… Había habido un ¡triple empate a puntos! Y ya sabemos que cuando la tramitocracia entra en juego, cualquier cosa puede pasar. Para nuestra fortuna, aunque implicó nuevas gestiones, simplemente fue otra incomunicación de archivos informáticos regionales, el punto y medio de la discapacidad de Sara no había sido sumado y la plaza en educación infantil ¡nos fue concedida!

Los tres años en infantil han pasado en un abrir y cerrar de ojos, Sara ha pasado de ser una bebé de tres años tímida con los niños y un poco dependiente de los adultos, a ser una niña con amiguitos que la quieren y cuidan, con carácter y que intenta resolver sola todo lo que puede; le ¡encanta ir a su cole! Por eso sabemos que no nos equivocamos al escogerlo. 

Aunque en principio hubo cierta reticencia por parte del centro a recibirla, y nos hicieron más de una vez la dichosa pregunta, a la que yo más miedo le tenía: ¿Pero, y por qué Sara no va a un cole de motóricos? A mi se me erizaban los pelos de la nuca… ¿Y lo de la libre elección dónde quedaba, o era cuento? Pensaba muy para mis adentros, luego entraba en modo zen y repetía como una letanía: -Ésta no es una decisión tomada a la ligera, es una decisión tomada con el consenso de médicos, terapeutas y profesores; todos recomendaron un cole regular, con apoyos, pequeño… visitamos ocho colegios para escoger…-

Rosa Mari, maestra de Pedagogía Terapéutica

Y entonces Paz, quien sería la tutora de Sara, me dijo al tercer o cuarto día después de haber iniciado las clases de primero de infantil: -No me tienes que explicar nada, ya lo he entendido todo, vosotros queréis que Sara sea una más, queréis retarla, contad conmigo.- Esto para nosotros significó un mundo, ella lo entendió a la primera, acompañó y guio a Sara durante tres maravillosos y fructíferos años de una manera invaluable. Sara evolucionó de una forma increíble bajo la tutela de Paz, pero hay que ser justos y junto a ella hubo otras tres mujeres de una capacidad de entrega y una empatía de diez: Rosamari la PT, Carmen la profe de apoyo y Ana la técnico TE III. Solo una de ellas había trabajado alguna vez con un niño con artrogriposis, y no tenía nada que ver con el estado de Sara, pero de nuevo tuvimos suerte, porque hay que tener suerte para que la gente te quiera escuchar y de hecho lo haga.  Ellas lo hicieron, escucharon, y se leyeron informes y diagnósticos; se reunieron con nosotros,  y no se cortaron en hacer preguntas para poder trabajar mejor con Sara. Eso es ÉTICA. Sara no pudo estar en un sitio mejor. Personas dedicadas en cuerpo y alma al maravilloso, pero agotador, y muchas veces ingrato, trabajo de enseñar. Tres años de esfuerzos mancomunados impulsando a una niña para que aprenda a creer en sí misma, sean cuáles las circunstancias del camino, para que no dude nunca de ella, para que entienda que solo tiene que encontrar SU manera de hacer las cosas, que todos somos diferentes y por eso somos iguales y que la variedad y la diversidad enriquecen.

Estas mujeres profesionales han sido la clave para que Sara esté ahora terminando primero de primaria, en medio de la pandemia. Ellas buscaron la manera de trabajar en un terreno desconocido como la artrogriposis, sin descuidar al resto del rebaño, y lograron que la niña fuera una más. 

¡GRACIAS INFINITAS a ELLAS!

CATA, MADRE DE SARA